lunes, 13 de agosto de 2012

LOS INCAS

MACHUPICCHU

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La primera noticia que guarda el estancamiento estable del imperio Inca en el valle de Cuzco, sale en el s. XIIIº. El valle era habitado de otras tribus, pero los Incas se diferencian vanidosos de todos los otros gentes por la posesión de un tiempo, edificado a Cuzco, que viene el punto de reflexión por la práctica cultural de todo el valle, de los cuales eran los responsables los sacerdotes que hospedaban además la residencia del soberano.

Esto aumentaba el prestigio de los incas, los cuales los soberanos de entonces, asumieron el nombre de “capac” (señor absoluto) y que desde entonces poseían como lugar aquello de dominar la población vecina y no más lejos de crear una convivencia pacífica a este lugar se creó la clase de los “sinchi”, cabos militares que habitaban con sacerdotes en el tiempo en que tenían el periodo de elaborar estrategias de conquista. Esta convivencia sacerdote-militar era de un fuerte contraste y llevó a la colisión entre sacerdotes y el mismo soberano.

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La renovación fue con los “Inca Roca” el primer soberano a tomar el nombre “inca” y no “capac” reivindicando así su diferencia respecto a los otros jefes del territorio, que deciden también de fijar el real en la parte superior de la ciudad, abandonado el tiempo que había sido residencia de todos sus predecesores. Desde entonces el poder real y sacerdotal resultó definitivamente distinto.

Inca roca actuó una victoriosa campaña militar de conquista y muy pronto el reino Inca fue inmenso: bajo su guía y aquella de su sucesor.- Pachacutec el reino Inca se volvió un imperio que conglobó todas las otras etnias.

La sociedad Inca
del periodo Imperial era subdividida en clases sociales distintas y muy determinadas:; en la cúspide residía el Inca supremo , garantizaba el legado con la fuerza celestial que presidía la continuidad y la prosperidad del Imperio. Seguían después los sacerdotes, intérpretes del querer de la divinidad, los nobles propuestos a la conducción de la estructura administrativa, y el imperio y al final el pueblo.

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El Inca supremo, señor absoluto el “hijo del sol” tenía un poder absoluto gracias a su presunto origen divino, testimoniado de la preciosa cinta que llevaba en la frente, aguantada por una serie de cordones rojos envueltos de oro y que colgaban en la frente, mientras el jefe tenía adornador con tres plumas negras del ave sagrada Curiquingue, y que sólo él podía llevar sus armas eran una alabarda de oro y un escudo con su insignia personal. Cada nuevo soberano habitaba en un palacio construido expresamente por él, mientras los palacio de los predecesores eran privilegio de su familia.

Los sacerdotes directos de un sumo sacerdote eran organizador en una estrecha jerarquía, representaban el querer de la divinidad , aquello que les llevó a conflictos a menudo con el soberano. El principal cuerpo de sacerdotes aquellos “Inti” devotos del dios del Sol. Dios tutelar de los Incas, y aquellos de “illapa”, devotos del dios del trueno. Los Incas, los nobles formaban una verdadera casta en el interior de la sociedad y aparentaban la familia nobles para querer que los soberanos que eran sucesores del trono. La apariencia a esta estricta elite era determinada de vínculos de sangre y ninguno podía acceder si no por derecho de nacimiento. Hacían excepciones los “incas por privilegio” una limitada categoría de personas distintivas por excepcionales méritos demostrados en la batalla.

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La administración del vasto imperio Inca era basado en una economía compleja subdividida en feudos, el cual el fulcro era representado del jefe local, guardando una parte del feudo y de los sujetos que la habitaban, intermediario con la dirección administrativo de Cuzco. Sobre todo este sistema ocupaba un cuerpo de aspecto referido a los Incas.

En esta sociedad animada de un imperialismo ferviente la actividad militar representaba la ocupación más importante de los miembros de la clase noble, que recubrían la cara de los dirigentes venían solicitados de forma de mantener el ejército siempre listo. Los soldados venían retirados de la tribu conquistada y podían mantener el color y la tradición del propio pueblo. Sabían someterse a una estricta y dura disciplina. El ejército Inca era dotado de lanzas, arcos, tumi a veces decorados con motivos geométricos utilizados para llamar a la protección divina sobre el soldado que lo llevaba y sobre la batalla que era llamado a combatir

La más gran manifestación de la grandeza del Imperio Inca es la red carreteras construida para unir las diversas regiones del vasto imperio. Las mismas conquistas hacen comparar este sistema a aquel excelente de los antiguos romanos. Los Incas tenían comprendido la importancia que la conexión rápida y fácil entre los diversos puntos del Imperio en referencia a la unidad y la seguridad del reino. Crearon dos vías principales de unión entre Quito y el Cile (punto extremo del reino), una vía por mar y una por tierra, sobre la montaña, unían también las diversas distancias menores que permitían pasar una vía a la otra por diferentes puntos. La carretera, trazada con extrema decisión era sujeta a una constante revisión.

Grandes conocedores de la naturaleza y de los astros los Incas, aplicaban este conocimiento también el ámbito médico además de la creencia mágica. Muy hábiles cirujanos, sus operaciones prevenían otras. – la apertura del cráneo (trámite utilizado por los Tumi) con los utensilios para liberar a los espíritus malignos, aunque se practicaba también para curar numerosas heridas de guerra y batallas. Se cree se utilizaba una fuerte anestesia extraído de las hojas de coca, usadas también para atenuar el dolor.

Par los Incas cada cosa era dotada de un espíritu de reflexión divina , que según la intensidad con la que era emitida hacía de un objeto una cosa sagrada, de bendecir como expresión de lo divino. La visión sagrada del cosmos para los incas era subdividida en tres partes: la parte superior “hanan pacha”, comprendía el cielo y los astros: la parte intermedia “kay Pacha” comprendía la superficie terrestre y se identificaba con el mundo habitado, la “hunin pacha” era la parte subterránea en la que habitaban las almas de los muertos.

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La tradición sagrada Inca es idéntica a aquella de la gran civilización precolombina, que recuerda las cuatro edades cósmicas terminadas con grandes cataclismos generados de la divinidad, cuando habían visto al hombre indigno de continuar habitando la tierra. Según los Incas, ellos mismos representaban la nueva civilización invitada por el Sol para iniciar una Nueva Era.

Los mitos Incas que contemplan la creación del universo se refieren principalmente a la divinidad de Viracoca, divinidad superior anterior al Sol, a los astros, al cielo: era el “Dios del Todo” comprendido en el ser humano. Presente en todo, en cada cosa, Viracoca no podía tener un solo lugar de culto, aunque en el tiempo Coricancha a Cuzco se representaba, al puesto de honor. Como un círculo de oro, que representaba el huevo cósmico del cual nacería la forma de vida.

Además de Viracocha se adoraba el Sol (dios tutelar de los Incas), la Luna (su hermana y símbolo divino de todo aquello que era femenino) y la Tierra (pachamama), entendida como fuente de nutrición.
Por lo que se refiere a los artesanos y artesanía, los Incas utilizaron y asimilaron las diferentes formas artísticas de la tribu conquistada, creando así un estilo único y particular. La escena tradicionalmente pintada en un jarra, objeto de lo cotidiano, ofrece preciosa información sobre la vida de la cultura y de la civilización andina.

Los Incas
no conocían el hierro, pero trabajaban el cobre, el plomo y el estaño, con los que fabricaban el bronce. Sabían extraer el oro y la plata, con los que creaban espléndidas joyas y ornamentos, inspirados sobre todo en el arte Chimú. Su técnica de elaboración de los metales eran estrechamente refinados, tanto que consentían la elaboración a relieve.